Loco...¿Nadie percibe lo violenta que es esta sociedad?
¡El silencio es mucho más violento que los gritos!
Cualquier imbécil lava sus culpas mediante la caridad; nadie pone los huevos por la gente.
Algunos se asustan al escucharme.
No estoy criticando a nadie, sólo pido una cosa:
Abran los ojos.
Entiendan.
Comprendan.
Si comprendiésemos más, cuántas cosas se resolverían...
Pero la gente no cree en la comprensión.
"Pensás demasiado", dicen algunos.
"Pero al final terminamos hablando al pedo", dicen otros.
Sí, terminamos hablando al pedo porque faltan huevos.
Nadie quiere comprometerse con su corazón.
Yo NO digo de romper con todo, mandar todo a la recalcadisima concha de su madre, y que se vaya todo el mundo a la mierda.
Todo lo contrario. No seamos mezquinos con nuestro amor.
El amor se termina cuando vemos violencia.
¡Cobardes!
¡La violencia no es excusa para dejar de dar amor!
Yo no quiero poner bombas y matar gente...¿Porqué se ponen tan nerviosos entonces?
¡Cobardes!
Toda mi vida viví rodeado de cobardes, gente tibia que se asustaba de sus emociones.
Yo veo violencia a mi alrededor. Veo mucha violencia.
Algunos la ven de costadito, la intuyen, la reprimen. Se asustan muchísimo con estas cosas.
Y yo, atormentado por la culpa neurótica, no puedo ignorar haber sentido o pensado ciertas cosas. He escuchado gente, he visto cosas, y no puedo negligir el llamado que siento, diciéndome a mí mismo que"(inserte excusa burguesa aquí)".
Y cuando empezamos a revolver el caldo de cultivo-repito, de amor y compromiso; nadie quiere salir a matar a nadie...-, todos se asustan. Suena demasiado a euforia, a arranque maníaco...A veces nos quedamos atrapados en el miedo al DSM IV.
Y veo gente inteligente, durmiendo.
Veo a los sujetos más brillantes que conocí en mi vida, huyendo de sí mismos.
Nadie quiere encontrar su destino; Menem trajo cyberpunk y distopía.
Ya a nadie le importa realmente lo que pasa, estamos en burbujitas de pedo.
Pedo burgués, obvio.
Y con burgués no quiero actualizar un discurso zurdo gastado y utópico:
Vivimos en un mundo que va directo a la maquinización del hombre.
El amor ahora es una mala palabra. Es ridículo. Es ingenuo.
A uno de mis mejores amigos lo catalogaron de romántico, de border, de mil cosas.
Su familia le teme, la gente que lo rodea le teme.
Es una de las únicas personas con huevos que conozco.
Y está sólo, por jugársela. Le pintó el anarcoprimitivismo.
¡¡Fuck off!! ¡¡A todos nosotros!!
¿Donde estamos los chamanes cyberpunk?
¿Donde están los cyberdisidentes?
¿Donde están las cabecitas calientes de información buscando explotar?
¡No tengamos miedo de ayudar, de comprometernos!
¡Salgamos de este escepticismo horrible!
¡Que no nos cambien el corazón por una motherboard berreta y el cerebro por un microprocesador!
¡Somos humanos, y nos están deshumanizando!
¡Nos estamos volviendo máquinas!
¡Quiero ardor, quiero magia, quiero amor!
Muchachos: Está en nosotros humanizar la máquina. Somos chamanes, brujos; la sociedad en conjunto es una sociedad bruja. Nuestro hechizo se llama lenguaje, tecnología, civilización. Y estamos haciendo magia negra, muy negra. La gente se muere de a millones, y hay sufrimiento indecible por todos lados.
Todo bien, pero yo no quiero ser así. No quiero hacer magia negra. No quiero ser un eslabón en un sistema corrupto y nefasto. No digo que sea fácil; para nada. Pero el hecho de que sea difícil no es excusa para cerrar nuestras cabezas por angustia.
Crecer angustia. Dejar de tomar la teta angustia. Nacer angustia.
La vida es en parte, angustia: Angustia por la muerte inevitable que conlleva la vida.
Y por miedo a esa angustia, nos volvimos robots.
Y digo robots, y no cyborgs.
El concepto de cyborg es la sana convivencia entre el hombre y la máquina.
La máquina para ayudar al hombre, la tecnología para sanar.
Para vivir más y mejor, la tecnología al servicio del amor.
Sin embargo, los cyborgs conservan su esencia humana.
Hoy por hoy, la tecnología no permite mucho más que un marcapasos como intervención médica. Alguna cosa, más, alguna cosa menos.
Pero la televisión, la computadora, los diarios, los putos televisores de subtes y colectivos, los carteles en los edificios, los papeles pegados en las paredes, todo, nos satura y nos confunde. Yo amo la información, amo la tecnología. Amo el cyberpunk porque veo magia ahí donde la capacidad del hombre permite cosas increíbles, impensables e inimaginables un tiempo atrás.
Pero lo cierto es que dejamos progresivamente de sentir. Dejamos de pensar.
El alma es lo primero que resignamos.
Tenemos tanto miedo del alma humana, que la neutralizamos.
El "sistema", como nos gusta llamarlo, es una máquina. Es una construcción humana. Es un hechizo que fuimos manteniendo generación tras generación.
¡Por amor a la máquina es que quiero enseñarle a la máquina a amar!
1 comentarios:
nosotros desde madrid sentimos lo mismo!
un saludo
http://lahormiganoconforme.blogspot.com/
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